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    (DiceLaRed&Baquía)

    2004-01-30

    La absurda paradoja de nuestra época

    La Iglesia lanzaba ayer un duro alegato contra la industria farmacéutica. El misionero jesuita Padre Angelo D'Agostino aseguraba: "actualmente más de 400 personas mueren cada día en Kenya debido al sida, sin embargo, el sida no es ya una enfermedad mortal en Europa y Norteamérica, sólo una enfermedad crónica, ¿a qué se debe esta diferencia?", decía para arremeter después contra la industria farmacéutica y responsabilizar a "la acción genocida de los carteles farmacéuticos que rechazan hacer medicinas asequibles para África a pesar de que en 2002 hayan tenido unos beneficios de 517 millones de dólares".

    El alegato del padre es un indicativo de por qué la propiedad intelectual (en este caso las patentes) es uno de los temas fundamentales de nuestra época. Que trasciende con mucho la cuestión de la piratería audiovisual, y que tiene ramificaciones y aspectos sangrantes que no tienen que ver sólo con el balance económico de las compañías, sino con las más básica subsistencia de alguna personas. Porque es gracias a las patentes que las empresas farmacéuticas tienen el control durante veinte años sobre las medicinas que desarrollan.

    Encontrar nuevas medicinas, mejores que las existentes, que pasen las rigurosas pruebas a que las someten las autoridades sanitarias es una tarea enormemente difícil. Las empresas prueban y prueban hasta que la lotería les sonríe. La forma de compensar todo el esfuerzo inútil previo es sacar el máximo provecho del nuevo fármaco. Lo que está asegurado por las patentes, que a su vez impiden que otras compañías en países pobres puedan fabricar esas medicinas de primera necesidad.

    A la pregunta de D'Agostino de por qué las empresas farmacéutica no venden más barato en África le responde en su columna de Wired, The Eagle Is Grounded, Lawrence Lessig, profesor de derecho de Stanford y fiero opositor de los excesos de las leyes de propiedad intelectual, de una forma muy sencilla. Si las compañías farmacéuticas aplicaran la discriminación de precios (medicinas caras en los países ricos, y baratas en los países pobres), cómo podría las farmacéuticas justificar su precios en los países ricos cuando un político les preguntara. "¿por qué un hospital en Lagos paga un dólar por estas píldoras mientras que al hospital católico de mi distrito le cuestan 5.000 dólares?".

    Así que Lessig arremete contra los políticos, quienes han diseñado las reglas de juego de la industria, las patentes, (véase The Eagle Is Grounded) que hacen que el modelo de negocio se autojustifique, y quienes después les echarían en cara una discriminación de precios que podría salvar muchas vías en los países del sur.

    Porque en última instancia, la causa fundamental de esta paradoja absurda a la que nos aboca la propiedad intelectual es que las reglas del juego son equivocadas. En la abundancia farmacológica, la gente muere porque no puede pagar las medicinas, en la época en la que la información se reproduce con más facilidad las empresas de producción cultural ponen más trabas a su acceso.

    Categoría: | 3 Comentarios | Enlace

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    Comentarios

    1
    De: NH Fecha: 2004-01-30 12:13

    Bueno... "La Santa Madre Iglesia" prohibe el uso de anticonceptivos. Me pregunto: ¿Quién es mas hijo de puta?



    2
    De: ArturoBuendia Fecha: 2004-01-30 13:24

    Sí, quizá la Iglesia se equivoque en más de una ocasión, no sólo al prohibir los anticonceptivos, pero la cuestión a dicutir es otra: la propiedad intelectual.

    Lo que me ha parecido llamativo es la beligerancia de la crítica a las facmacéutica.



    3
    De: lgs Fecha: 2004-01-30 13:55

    Son muchos frentes.

    Parte de lo que hay que hacer es combatir.

    Gracias por la información.



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