Somiatruites, Ciberderechos en la Red

Hay más de 1,6 millones de líneas de banda ancha en España, el año pasado se produjo un crecimiento del 73% en la contratación del servicio, números que demuestran la acuciante necesidad de los internautas españoles por estar conectados. El mercado español de banda ancha está entre los diez primeros del mundo por penetración, se ufanan la jerarquía política de turno. Sin embargo, cuando uno examina la situación con algo más de detalle puede ver que las cifras son ensombrecidas por las realidad. La banda ancha española estándar, principalmente ADSL (línea digital asimétrica de abonado), no es exactamente una banda ancha, al menos no la banda ancha de otros países. El ADSL español tiene con una velocidad 256 kilobits por segundo de bajada y 128 kilobits por segundo de subida, muy lejos de los 45.000 kilobits por segundo de la banda ancha japonesa -es decir, que navegamos con una velocidad 175 veces inforior a la de los japoneses-. Lo cuentan en El cuello de botella de la banda ancha, y en Hacia la ley de calidad en Internet de El País/Negocios.

A todo esto hay que sumar la deficiente calidad del servicio y el precio elevado, comparado con otros países de nuestro entorno, como dice el presidente de la Asociación de Internautas, Víctor Domingo, en Un modelo de liberalización contrario al interés general, que achaca los principales problemas a una liberalización de este servicio errónea:

Los 1,6 millones de internautas que acceden a la Red mediante ADSL pagan en torno a 39 euros al mes por unas prestaciones de velocidad de hasta 256/128 kbps. Es el servicio más lento y caro de Europa