Somiatruites, Ciberderechos en la Red

En realidad sería mejor preguntar cuánto vale nuestra privacidad. Los Estados han decidido ponerle un precio, y tasarla por debajo de una pretendida seguridad absoluta, que en el fondo no es tal. Las empresas también han decidido ponerle precio. Se pueden comprar bases de datos de correos electrónicos activos, por ejemplo, o con otro tipo de información privada. Ayer hablaba El Navegante, en Datos personales, en dólares, de una calculadora que te permite echar cuentas de cuánto vale la información privada de tu carné de conducir (caso de vivas en EE UU), un proyecto montado por el sitio Swipe.

También nosotros mismos traficamos habitualmente con nuestra privacidad, tanto en el ciberespacio como fuera de él. La forma más habitual es un trueque: cambiamos un pedazo de nuestra intimidad por dinerito en metálico, un servicio, o un regalo en especias.

Un comentario en Barrapunto señala ayer un caso curioso:

he mirado la papeleta (o papelina por lo de engancharte) que viene con mi móvil de tarjeta de Vodafone. Si les mando la papeleta rellenadísima con fotocopia del DNI, me añaden (en hasta dos meses) 6'01 euros de saldo.

Así que en este caso el canje es claro: seis euros con un céntimo por tus datos personales. En realidad, tampoco es tan grave, podemos pensar. Y no falta razón cuando pensamos de forma aislada, en un pedazo de nuestra intimidad, el problema, lo realmente grave, es la capacidad y el poder que reúnen las empresas cuando tienen acceso a la privacidad de cientos de miles, millones de personas, con sus nombres, direcciones, teléfonos, etc, bases de datos que pueden ser agregadas con otras bases de datos sobre hábitos de consumo telefónico, audiovisual, etc. en ese caso se genera una asimetría entre las empresas y nosotros. Ellas saben de nosotros mucho más que nosotros de ellas. Y eso les concede un enorme poder sobre mí.

En algunas ocasiones el canje es en especies, que es lo que ocurre con la música gratis de algunas redes P2P. Bien por ignorancia o por desidia, muchos usuarios están dispuestos a instalar con los programas de intercambio (como Kazaa) otros programas que distribuyen publicidad (adware) o que espían los hábitos de navegación (spyware).

Por esta razón han proliferado los programas que sirven para limpiar el ordenador de estos parásitos de software. En Spyware cures may cause more harm than good dan unos datos que son increíbles. Un análisis efectuado por el proveedor de acceso a Internet de EE UU EarthLink detectó entre medio millón de ordenadores dos millones de programas adware y unos 150.000 programas espía (95.000 sistemas de monitorización y 62.000 troyanos), aparte de una abundante despensa de cookies, nueve millones.

Además, mencionan en el artículo que el programa SpyBan, que se distribuía como un sistema para acabar con los parásitos adware y spyware, en realidad instalaba un programa similar, el Look2Me.