Somiatruites, Ciberderechos en la Red

Estoy seguro de que todos nos sorprenderíamos de que las empresas lácteas dejaran de vender la leche en tetrabrik, decidieran distribuirla sólo en botellas de cristal, y nos obligaran a utilizar, mediante un raro mecanismo en la boca de las botellas, a beber la leche en unas determinadas tazas licenciadas por la Asociación de Lecheros del País.

Cualquiera da por absurdo ese planteamiento, y sin embargo es el que persigue como paradigma la industria del entretenimiento para distribuir, en lugar de leche, sus contenidos. Uno sólo tiene que comprobar el estado actual de la cuestión y ver, por ejemplo, que los únicos reproductores de DVD que pueden fabricarse son aquellos que cumplen con las especificaciones de la DVD Copy Cotrol Association (DVD CCA) -que van más allá de limitar únicamente las copias digitales-. Los servicios de descarga de música que usan los sistemas de protección anticopia de Microsoft sólo permiten acceder y escuchar la música en aquellos reproductores que la compañía ha dado como buenos (compliant devices), podemos continuar con un ejemplo tras otro. Lo importante es destacar cómo tiempo atrás los fabricantes de tecnología, los creadores de contenidos y los dueños de la infraestructura de comunicación eran tres sectores independientes. Hoy en día todos tienden a mezclarse en uno sólo y a estrechar peligrosamente sus lazos.

Una muestra ilustrativa de esta tendencia es el acuerdo firmado por Disney con Microsoft para, entre otros objetivos, usar su tecnología de protección de contenidos (Microsoft, Disney partner on digital media) y que días después Comcast, un gigante de las comunicaciones por cable de Estados Unidos, pusiera sobre la mesa una oferta de compra sobre Disney.

Deberíamos echarnos a temblar más si consideramos la hipótesis de lo que ocurriría si los ISP sellaran su alianza con las casas dicográficas,¿qué efecto tendrían sobre los usuarios de Internet?, algo similar es lo que significa una fusión como la de Disney y Comcast (Dreams of big media, Cuando los dinosaurios se aparean).

Probablemente sigamos comprando la leche que más nos apetezca en el envase que nos dé la gana, y la tomemos en vaso, taza o tazón, pero es cada vez menos probable que podamos acceder con la misma libertad a las creaciones intelectuales.