Google se ha convertido, en un centro neurálgico de la Red. Recibe a diario unos 200 millones de consultas de todo el mundo, entre una y dos decenas de ellas son mías, en ocasiones más, si estoy haciendo búsquedas sistemáticas de artículos o de determinados sitios cuando escribo para mi periódico o cuando busco bibliografía especializada para la tesina.
Pero los problemas comienzan a presentarse para la empresa omniscente de la Red. La mecánica de su funcionamiento es sencilla, pero comienza a estar plagada de problemas legales y éticos. Un usuario introduce uno o varios términos en el cuadro de búsqueda, Google le presenta una lista y en ocasiones una serie de anuncios en el lateral. Punto. Sin embargo, varias empresas en distintos países como Francia y EE UU han interpuesto demandas contra Google por violación de su propiedad intelectual.
La compañía PetsWarehouse.com ha demandado ha Google y a Overture por violar sus derechos de propiedad intelectual sobre la marca registrada "Pets Warehouse" (almacén de mascotas),
Judge won't toss out Google, Overture suit. La base de la demanda es simple, "Pet Warehouse" es una marca registrada de la que Google y Overture no pueden lucrarse, la demanda ha sido aceptada en los tribunales, y no sería peregrino que Google recibiera una
sentencia en contra como ya la ha recibido en Francia por usar términos tan comunes como "bourse des vols" (mercado de viaje) y "bourse des voyages" (mercado de vuelo) que están registrados como marcas en aquel país.
Pero esto no es el único problema. Sumado a la trabas legales por usar palabras para encaminar a los internautas hacia aquello que buscan Google comienza a enfrentarse a dilemas éticos. Algunos judíos han solicitado, según cuentan en
Google caught in anti-Semitism flap al buscador que modifique la lista de resultados que se obtiene al buscar por el término "Jew" (judío), ya que el primero que se muestra en la lista apunta hacia el sitio Jew Watch, una página antisemita. Los responsables del buscador han dicho que no modificarán los resultados.
La cuestión es que la cartografía del ciberespacio, de la que dependemos para bucear en este campo de conocimiento extenso, pertenece a una empresa privada, algo que debería darnos qué pensar. ¿Deberían los Gobiernos cartografiar Internet como en su época hicieron financiando muchas expediciones a los confines del mundo?.
Pero más acuciante aún es el problema de las marcas registradas, que comienza a poner trabas a una de las principales fuentes de ingresos de los buscadores. Para la mayor parte de los mortales resulta extraordinariamente extraño que poseer una marca registrada permita a su propietario poseer de una forma tan completa palabras de uso tan común como "mercado de viajes" o "almacén de mascotas".